29 abril 2024
La Furia

Plaguicida para la ratas.

Hoy el barón se ha levantado cuando el sol asomó tímidamente por el levante, dejando temblores rosados sobre un mar plateado. Se levantó sonámbulo y con los brazos extendidos. No calculó bien y al bajar el primer escalón, se dio tal golpe en la frente con la fría piedra del dintel, que cayó rodando hasta aterrizar en el duro rellano con la cabeza colgando. Uno de sus lacayos que por allí pasaba, más con regodeo que con ánimo de servir, le lanzó un cubo de agua que vio a mano para que despertase. Pero aquello no era agua, sino un espeso liquido amarillento y pestilente que la gente culta llama heces fecales, las doncellas caca, y el común de los mortales lo llama mierda. Esa frente clarividente, esos pómulos marcados, esa recia caballera otrora cubierta con la sangre sarracena, hubo de lavarla deprisa y secarla con un paño mientras fuera de si, el barón imprecaba al lacayo a grito pelado. Después, serenada el alma y ahuyentados los malos efluvios, entonó el ánimo con dos cuencos de un buen caldo para escribir lo siguiente:

Resulta increíble la complacencia que se respira en la corte aferrada a la gloria de un pasado sin que parezca consciente, de que existe el presente. Enemigos nuevos y reglas nuevas a las que se tiene que adaptar para competir y mantener el cetro.

Desde que los seres humanos tienen memoria, el mundo se ha dividido en ángeles y demonios, en espíritus buenos y malos, en divinidades generosas y malvadas, en deidades puras y grotescas. El hombre odia por costumbre a quien le hace sentir su propia inferioridad y es por ello, que hay quienes se transforman en ratas. La manera de defenderse de las ratas, además de usar un remedio eficaz como los plaguicidas, es utilizar el intelecto.

La respuesta de la corte como de costumbre, frente a los continuos infundios, necedades e insidias que aparecen en Internet u otros medios, frente a los ataques injustificables como los que viene sufriendo con regularidad Vinicius para quebrar su resistencia, es hacer gala de aquel viejo refrán que dice: “A palabras necias oídos sordos”.

Frente a la falta de respuesta de la corte por los procedimientos

que procedan, la cuestión es que las ratas han proliferado y no se esconden, las padecemos cómodamente instaladas en nuestra casa viendo la televisión desde nuestro sofá favorito, y arrasando con todo lo que pillen o encuentren en la nevera. Las ratas han invadido los órganos pútridos de los medios de comunicación ganando la batalla de la propaganda.

El madridista percibe confuso que frente a esos ataques que se reciben, la corte permanece callada como un difunto y por lógica, no se siente defendido. Quizá esas situaciones lacerantes a diario se considere una nimiedad, pero las nimiedades una detrás de otra terminan erosionando la dignidad y la moral. Pudiera ser posible que el veneno inoculado haya incubado de forma tan resistente, que las células nerviosas de los cortesanos estén paralizadas. Imperios grandes han caído por su arrogancia e inmovilismo”.

La falta de agilidad en la respuesta, ese chusco ensimismamiento, ese pusilánime talante creyéndose estar por encima del bien y del mal, esa conducta pasiva y una afición acomodada, en cierto modo también es culpable de que la tropa, pase dos tercios de la temporada sesteando. No se sienten exigidos porque la corte está sonámbula y los lacayos, no distinguen el agua de la heces.

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