5 mayo 2024
La Furia

“San Florentino, patrón de los pescadores”

In The Garden descansa sentado plácidamente sobre una hamaca de anea, observando sereno desde el pórtico, la iridiscente belleza de su jardín con un apagado mar al fondo. Sus manos sujetan con firmeza una aromática taza de té y mientras lo paladea, le vienen recuerdos de su olvidada afición por la pesca.

De joven, solía pasar el verano en un hermoso y entrañable pueblo donde pasado el tiempo, fijó su residencia. En esta ocasión le acompañaban su primera esposa, Elise, y sus dos hijos gemelos: Thomas y Harry. Por entonces, solo eran unos niños con el pelo rojo y la piel anacarada. Se hospedaron en la blanca torre almenada propiedad del abuelo materno. La blanca torre almenada se hallaba situada en una loma y a sus pies, casi se podía tocar con la mano Cerros Gordos, un maravilloso paraje que evocaba más de siete siglos de historia. Los anteriores herederos realizaron reformas para que el interior, resultase más acogedor y habitable. En la espaciosa biblioteca seguían conservándose los pergaminos de su ancestro, nuestro caballero cruzado.

Era un día claro y soleado en el que por consejo de su buen amigo Gonzalo, un apasionado alquimista de palabras, llevó a sus hijos gemelos a una cala cercana donde le aseguraron, se daban las condiciones propicias para realizar una buena pesca. Cuando llegaron al lugar indicado tras bajar a pie por una angosta y empinada cuesta, depositaron los pertrechos en el interior de una cavidad situada bajo la pared del acantilado que a su vez, les proporcionó una agradable sombra donde refugiarse de los rayos del sol. Pero no estaban solos, había un reducido grupo de pescadores repartidos a lo largo de la cala guardando entre ellos, una prudencial distancia. El más cercano al lugar que eligieron para poner el huevo, un individuo de mediana edad con aspecto desaliñado, les barrió con la mirada de arriba abajo y vuelta a empezar resultando el escaneo, sumamente irritante y embarazoso. Quizá, consideró el futuro barón, que el avieso sujeto les estaba reprochando que ocupasen un territorio que consideraba suyo. El receloso individuo se hallaba encaramado en lo alto de una roca que expandía un repelente hedor a causa de una hostil invasión de moluscos. El sujeto vestía con una camiseta de rayas verticales en la que se combinaban los colores azul y granate. Un pantalón le cubría hasta las rodillas mostrando unas canillas peludas y delgadas. Tenía la cabeza tapada con un sombrero de paja y calzaba sandalias. Al joven In The Garden le pareció un individuo bastante repulsivo.

Al pisar la mullida y fina arena del rebalaje, abducidos por el dulce canto de las sirenas, los gemelos se zambulleron en las cristalinas y cálidas aguas marinas mientras su papito, se dispuso a preparar con la requerida paciencia los útiles para la pesca. Por suerte los anzuelos ya venían empatillados porque en las manualidades, el joven y apuesto In The Garden era un desastre. No pasó un minuto desde que lanzó el sedal cuando, ¡de pronto!, la punta de la caña le respondió con un profundo sí para luego, ponerse a cimbrear de manera incontrolable como si necesitase con urgencia ir a evacuar. Se incorporó raudo como una liebre tratando de huir de un lobo hambriento, excitado como una garduña en la temporada de celo. Después, empezó a darle vueltas al manubrio para recoger el hilo. Más tarde, quedó petrificado con la captura al ver aparecer arrastrado hacia la orilla, una criatura luminiscente con forma humana, con los ojos límpidos y la piel tersa y sin escamas. ¡Un silfo!

Un par de días antes anduvo curioseando por la lonja pesquera para ponerse al corriente sobre los ictios que durante esa época visitaban la costa. Le comentaron, con un acento lugareño cuya jerga al principio le costó entender, que uno de los peces más codiciados era un tipo de robalo migratorio conocido su antroponimio como Jude Victor William Bellingham. Se trataba de un ejemplar de origen británico que se crió en las márgenes de un rio y se echó a la mar adquiriendo unas interesantes habilidades anadromas. Según los expertos, un manjar exquisito para reparar y equilibrar el aporte anímico del cuerpo tras la floja campaña pasada.

Una vez puesto el milagro en sus torpes manos, In The Garden manifestó su alborozo de manera un tanto desaforada llamando la atención de los otros pescadores, especialmente la del vecino culé de mirada atravesada. En esa situación de trance estaba cuando desde el cielo, o desde del mar, no sabría situar exactamente el lugar, desde la corte quizá, invadió sus sentidos los primeros compases líricos de una balada arrebatadora. Al final de tal proeza solo pudo hincar las rodillas en tierra y con incontenible emoción, juntando las palmas de las manos ponerse a rezar. “Te damos las gracias patrón por tu bondad infinita y alimentar nuestro espíritu. Te damos las gracias por los dones que nos concedes y que imperfectos como somos en nuestra frágil naturaleza, no llegamos a valorar. Gracias Florentino por tu generosa caridad y divina grandeza. Amén”.

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Blancolejia
10 Meses hace

🤮🤮🤮🤮 cada día se parece esto más a DC

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