“ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE”
En la villa y corte reina una disimulada impaciencia, todo es expectación y en los próximoa meses se augura un “baby boom”. Pero, vayamos por partes, como diría el carnicero de Milwaukee, se ha de conocer que lo primero es siempre lo primero.
Del primer encuentro el barón recordó un sutil juego de pícaras intenciones y miradas lascivas sobre el tejado de zinc. En el segundo encuentro con la hermosa y cándida molinera, el barón logró entrar en el quinto piso y sus labios quedaron prendados, cautivos del néctar que desprendía la melosa boca de su amada doncella. En el tercer intento que visitó el molino para ver a su linda florecilla, se dio cuenta de que la puerta del primer piso se hallaba entreabierta, así que haciendo gala de un amplio repertorio en el arte de la seducción, el barón se transformó en un pavo real y tañendo la zampoña, logró que su ángel de amor, colorada como una amapola, aceptase guiarle cogidos de la mano hasta la alcoba.
-¿Nos acostamos o cenamos primero?, preguntó de manera taimada el barón.
-Primero lo que vos queráis y luego, cenamos, respondió ella.
La suerte estaba echada y su ninfa de cabellos dorados también. Así lo cantaron los juglares ya que por aquel entonces los trovadores no existían.
El puente ya está echado,
No sé si lo pasaré,
Palabrita tengo dada,
No sé si la cumpliré.
Decían los griegos antiguos, los clásicos, que para que dos personas puedan discutir sobre cualquier asunto, previamente han de estar de acuerdo en dos o tres puntos porque de lo contrario, sería imposible que se entendieran. El barón y su colibrí se entendieron a la primera adentrándose juntos en un delicioso bosque colmado de ambrosías quedando atrapados en el cálido nido hasta las primeras luces del alba.
Tras el satisfactorio “rendezvous”, el barón regresó a caballo a su blanca torre almenada silbando mientras la dulce doncella de sus fantasías, desde su santuario la siguiente coplilla cantaba:
No quiero que te vayas
Ni que te quedes,
Ni que me dejes sola
Ni que me lleves.
Quiero tan solo…
Pero no quiero nada,
Lo quiero todo.
Al llegar a su torre almenada y cruzar el patio de armas, vio un melón en el suelo que se interponía a su paso. Le dio tal patada que logró meterlo por la ventana de las caballerizas levantando revuelo. Ese lanzamiento con tanta precisión, le llevó mesándose la barbilla a profundas reflexiones. En ese preciso instante se puede decir que el barón inventó el fútbol. Con paso cadencioso y canturreando canciones de gesta, se dirigió a sus aposentos acompañado de celestes sonidos y trompetería. Antes de llegar detuvo en seco sus pasos preguntándose, con una sonrisa sarcástica ¿Será capaz el archiduque de cazar al vuelo su pájaro?
Si te aptc escribir que veo que se te da bien participa en algun concurso de relatos.
Antes de llegar detuvo en seco sus pasos preguntándose, con una sonrisa sarcástica: ¿será capaz el archiduque de cazar al vuelo al pájaro?
Pido perdónde antemano 🙏🏻
Prefiero el baloncesto