6 mayo 2024
La Furia

En el Jardín

En el Jardín

El barón descansa en el porche sentado en una hamaca de anea mientras su paladar, se recrea con una balsámica infusión de té oriental. Desde su cómoda atalaya contempla contento y con enorme satisfacción, la radiante y sugerente estampa que presenta su idílico jardín. Un frondoso vergel con magnificos tallos engalanados por el hermoso color de sus flores que se abrazan felices, cuando son acariciados por los rayos del sol. En un extremo se haya una “Dracaena fragrans”, más conocido como tronco o palo de Brasil que a pesar de aparentar una vigorosa presencia, no acaba de enraizar pese a los especiales cuidados que se le dedican. In the Garden observa su crecimiento con cierta preocupación.

Todas las plantas de su jardín resultan bellas y fascinantes, pero siente debilidad por el “lilium candidum anglicus” del que destaca, la esterilizada y regia textura de su tallo y sus purpureas hojas. Cuando se suspenden en el aire abiertas como un tutú, impregnan el espacio de un mágico y seductor perfume que cautiva los sentidos. Lleva poco tiempo compartiendo el paraíso a la vista de cualquier transeúnte que por mera curiosidad se afane, sin necesidad de asaltar la valla, en observar en detalle su singular encanto.

Es elegante y fiable como un Rolls-Roice y se adapta con suma sencillez a cualquier entorno. Su altanera silueta flotando sobre la verde alfombra donde bailan sus pies, resulta arcangélica. Cuando despliega sus delicados pétalos con inusitada expectación, se escucha un murmullo en la grada que culmina con un fuerte estallido de aplausos y apasionados cánticos: ¡Hey Jude!… don’t make it bad. Su bamboleo sutil y deslumbrante, de una gran plasticidad, propone al grupo una sangría de colores que invita al deleite.

En su adorado jardín el tiempo se solapa, se perciben rutilantes acordes que evocan idílicas y antiguas leyendas. Las joviales ninfas chapotean felices y
entre risas en las doradas lágrimas de una fuente encantada mientras que los duendes, caprichosos, convierten los dulces y bellos momentos en un relajante nirvana. Solo inquieta una amenaza, “los pinochos”, esas criaturas grotescas y despreciables que acechan ocultos entre las ramas de los árboles para depositar sus detritos. Tanto placer y tanta paz les resulta insoportable.

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